Para el post sobre las experiencias de nuestros pacientes en Alegra psicólogos Málaga y Puente Genil, os dejamos sin mucha más presentación con esta preciosa carta en la que nuestro/a paciente se abre por completo:
“Comienzo esta carta de rendición para poner algunas ideas en orden. Para empezar, lo primero que quiero destacar es que me escribo a mí mismo, porque si bien me hablo con excesiva frecuencia, en ocasiones parece que no me escucho lo suficiente y llego a hacerme daño.
Vivo una batalla continua desde que me acuerdo entre lo que espero de mí, aquello que pienso y razono qué sería lo adecuado, lo correcto, mi mejor versión, o lo que debería, y la parte que me sale innata, que quiere entregarse a lo fácil, a lo cómodo, a la dopamina instantánea, a huir del sufrimiento….
«Ahora veo, soy consciente de que ya me he hecho daño antes por no saber parar»
He encontrado, multitud de formas, herramientas y conductas que han moldeado quién soy, para ser menos “mono” y más humano. Eso me da una satisfacción que he aprendido a disfrutar como el verdadero objetivo. A diferencia de ese bienestar inmediato, o ese placer que podía conseguir entregándome a las más sencillas apetencias. Por ello, poco a poco he procurado seguir esforzándome en darle cada vez, más espacio, más energía a esta forma de vivir.
El deporte ha resultado ser el vehículo en el que me he apoyado sin darme cuenta para desarrollar aquellas habilidades que me permiten vivir de forma que me siento más satisfecho conmigo mismo. Un ejemplo serían la disciplina, la constancia, el amor propio, el sacrificio, aguantar el dolor, físico o psicológico, no desistir a la primera que te invita la cabeza, el trabajo por objetivos a medio y largo plazo, aprendizaje continuo, la tolerancia a la incertidumbre, la tolerancia a la no consecución de lo deseado, la resiliencia, etc, etc, etc.
«El deporte ha resultado ser el vehículo para desarrollar aquellas habilidades que me permiten vivir más satisfecho conmigo»
Pero ha llegado un punto en que si no aprendo a trazar una línea para algunas de esas habilidades, toda esa riqueza adquirida, puedo perderla por no saber cruzarla adecuadamente con la salud. Como todo en la vida, algo sin límites, se convierte en dañino por muy bueno que fuese en un principio. En ese sentido, no saber identificar el punto en el que aplicar algo sin límites o con un límite mal puesto, puede ser tan malo para mí como aquella versión que navegaba según le influyesen las corrientes de dopamina.
Ahora veo, soy consciente de que ya me he hecho daño antes por no saber parar. Por no flexibilizar ciertos comportamientos. Por no saber entender con más sabiduría cuándo tocaba luchar y cuándo tocaba rendirse, como en parte estoy haciendo en esta carta de rendición. Porque no siempre hay que ir hasta el final, si ese final me destruye. Porque no hay que ganar todas las batallas para ganar una guerra. Porque el honor hay que buscarlo en el esfuerzo que se ha puesto, y si se ha puesto, no puede ser que haya que poner más hasta caer enfermo para ser honorable.
«Como todo en la vida, algo sin límites, se convierte en dañino por muy bueno que fuese en un principio»
No hay ningún honor en no saber regularse al punto de autocausarse enfermedad. Más bien vergüenza de no conocerte lo suficiente como para saber cuándo te vas a empezar a dañar.
Deja de luchar contra viento y marea. Esfuérzate al máximo, de acuerdo. Pero si te exiges eso, exígete también conocerte como para permitirte parar antes de comprometer tu salud. Seguramente eso va a hacer que en el futuro puedas seguir aspirando al mismo objetivo, puede que con mejores resultados incluso. Sobre todo si ese daño te provoca algo irrecuperable. Eres suficiente. Eres mucho más que un entreno, una conversación, una relación. Eres honorable porque así lo intentas casi el 100% del tiempo. Parar a tiempo solo va a hacer que estés más orgulloso de ti por conseguir hacer (como tanto te gusta) lo que muy poca gente es capaz.
Para, piensa, analiza, reestructura, y a por ello otra vez si te merece la pena”.
