Que las personas no cambian es una expresión muy común en la sociedad en la que nos movemos. Alegra te explica por qué es falsa…En Alegra psicólogos Málaga y Puente Genil nos preguntamos ¿Por qué la sociedad se empeña cada vez más en afirmar de forma genérica que “las personas no cambian”? ¿En qué supuesta fórmula matemática se basan para estar tan convencidos? En el fondo, la totalidad de personas de las que hablamos, tienen al menos, un caso de referencia en el que el cambio es posible.
Que levante la mano aquel que no se haya topado nunca con una persona que diga eso de: “yo es que soy muy cabezón, no lo puedo remediar”, “a mi me pierde mi orgullo, pero que le voy a hacer”, “sé que pensar así me hace daño, pero soy muy negativo”, “soy muy desconfiada, es que la vida me ha hecho así, las personas no cambian”, “Soy impulsivo por naturaleza”, “me pierde la boca”, en definitiva, “soy así, no puedo cambiarlo”.
¿Por qué la sociedad se empeña cada vez más en afirmar
de forma genérica que “las personas no cambian”?
Nos empeñamos en confundir la dificultad del cambio, con su imposibilidad. Creemos que un rasgo de personalidad que se haya desarrollado en nosotros a través de nuestras experiencias vitales no tiene vuelta atrás. Lo cierto es que sí la tiene. Aunque en ese caso hablaríamos de una evolución del rasgo, más que de una vuelta atrás. Porque lo que podemos hacer es seguir transformándonos, como hacemos desde que nacemos.
«Podemos moldear mediante nuestro comportamiento y
pensamiento, cualquier predisposición
que pudiéramos tener de base»
De la misma forma que no nacemos desconfiados, impulsivos, negativos o calculadores, pero nos vamos desarrollando así, podemos, ¿qué digo?, debemos continuar con ese desarrollo hacia un punto en el que nos sintamos a gusto con nuestras características.
Ni si quiera en aquellos casos en los que algunos argumentan que una parte de la personalidad se hereda, podrían contradecir lo que aquí recomendamos, ya que podemos moldear mediante nuestro comportamiento y pensamiento, cualquier predisposición que pudiéramos tener de base.