Principios y valores en el ADN

valores

Todos los humanos tenemos principios y valores en nuestro comportamiento. ¿Sabemos cómo se forman o para qué sirven? Te dejamos unas pinceladas con respecto a ello.Como bien saben aquellos lectores que se han interesado por diferentes post escritos anteriormente por Alegra psicólogos Málaga y Puente Genil, nos gusta acercaros un pedacito de nuestra realidad clínica, porque sabemos que en el fondo, con matices, esa realidad se corresponde con la de cantidad de personas que no saben lo que les pasa, o simplemente no se plantean que les pase algo, pero demasiado a menudo se encuentran con momentos de gran malestar.

El post de hoy, lo titulamos “Principios y valores en el ADN”, con un puntito de ironía. Con frecuencia, en los diálogos que surgen durante las sesiones, los clientes nos hacen referencia a determinadas ideas sobre el mundo, sobre la vida, sobre las relaciones, sobre la amistad o sobre la familia.

“Titulamos “Principios y valores en el ADN”,

con un puntito de ironía”

Entre los pensamientos que analizamos los psicólogos (en alguna de nuestras sedes, ya sea Málaga o Puente Genil), aparecen multitud de lo que llamaríamos “principios y valores”. Son ideas que ejercen una influencia crucial en la evaluación que ellos hacen de cada situación.

Todos intentamos actuar razonando nuestros comportamientos la mayor parte del tiempo. Ese razonamiento, atiende a una determinada lógica. Lo difícil viene cuando necesitamos darnos cuenta que esa lógica, parte de unas ideas, que en algún momento de nuestra experiencia pasaron a formar parte de nuestros principios y valores. Eso nos conduce al hecho de entender, que esas ideas, no son principios físicos indiscutibles o válidos en cualquier situación, sino justamente lo dicho, ideas, pensamientos a los que otorgamos, subjetiva y personalmente, un valor especial.

“Vamos interiorizando ideas subjetivas,

y les damos el valor de teorías inexorables”

En ningún caso esos principios y valores forman parte de nuestro ADN, como el color de nuestros ojos. Por tanto, cuando observe un proceso lógico, que me hace razonar de una forma en la que me hago daño, me convendría indagar qué principio o valor sustenta mi conclusión, y estar dispuesto a cambiarlo, porque no es una característica invariable de mi biología.

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