Carta: «A mi yo de ayer»

Carta a mi yo de ayer

CARTA:

A MI YO DE AYER

 Todavía me sorprende el poco razonamiento que a veces tenemos las personas y cómo se pierde la lógica y la coherencia cuando menos lo esperas, y en los aspectos que menos esperas.

Mi vida ha cambiado desde hace dos años atrás, no se si para bien o para mal, pero ha cambiado, y lo importante es que he aprendido de esto. La manera en la que yo veía hace cuestión de un año y medio, o poco más, el tema de la salud, el físico, la alimentación y el deporte, eran totalmente diferente a la de ahora.

En cuanto a la alimentación, es lo primero que utilice a mi favor para conseguir mi objetivo, estar delgada. Fue el aspecto que más dañado se vio ya que en cuestión de tres o cuatro meses, lo que antes me encantaba y disfrutaba, ahora pasó a ser algo que yo veía innecesario. La comida para mí tenía poca utilidad, y acabé alimentándome diariamente de café, fruta, lechuga y aquello que viera con el mayor déficit de grasa y cocinado de la manera que veía que menos calorías produjese.

Pasó a ser algo obsesivo, cuando me vine a dar cuenta me pasaba el día temerosa de que llegara la hora de comer o que a mi cuerpo le pareciera dar señales de que necesitaba alimentarse. Intentaba comer y cenar lo más temprano posible para que a mi cuerpo le diera tiempo a quemar lo poco que había comido antes de irme a dormir. Me parecía una locura comer en algún sitio fuera de mi casa o comida basura, no quería ni imaginar cómo estaba hecha la comida y cuantas calorías podía tener una hamburguesa o una pizza, contando con la vergüenza y el mal estar que me provocaba comer en público. Dejé incluso de relacionarme tanto como antes y el ocio y la diversión pasaron a un segundo lugar, salvo en las ocasiones que podía lucir mi «perfecto cuerpo», y aun así no me sentía del todo a gusto porque quería más y más, más delgadez a pesar de cualquier cosa.

El deporte paso de ser algo divertido y entretenido, a algo obsesivo. En menos de seis meses se convirtió en una obligación y una necesidad. Llegaba a correr dos veces al día, por caminos bastante duros y recorridos bastante largos. Me sentía muy orgullosa de ello ya que, junto con la alimentación, creía controlar mi peso perfectamente. Además de esto, aprovechaba cualquier situación para ejercitar mis piernas o vientre, no podía estar parada sabiendo que mi cuerpo no iba a quemar grasa, e incluso hacía ejercicio de manera disimulada en el autobús de camino a la universidad o en el trabajo.

El objetivo principal y único era mantenerme delgada, e incluso adelgazar más, aun reconociendo que no estaba bien de salud ya que cuando hacía excesivo deporte me encontraba algo débil, pero como es lógico lo veía normal en esa época, era algo que «tenía» que sufrir para tener el cuerpo que yo quería.

En cuanto al físico, no entraba en mi cabeza otro que no fuera un cuerpo que pesara más de 50kg. El cuerpo perfecto era aquel en el que se marcaba cada hueso de la cadera, clavícula, espalda, etc. con una musculatura fuerte y bien vista estéticamente. Me sentía orgullosa de que la ropa me quedase grande, de la delgadez que me decía todo el mundo que tenía. Mi cuerpo era demasiado delgado, pero aún así yo consideraba que el físico perfecto era estar más delgada aún.

Por último, la salud en general, visto lo visto parece que me importaba muy poco. Sabía que estaba mal de salud en diferentes aspectos, psicológicos y físicos, pero era algo inferior comparándolo con la importancia del físico y la delgadez.

Ahora puedo decirle a mi yo de ayer que la salud es lo más importante. Y lo digo de verdad. Me he dado cuenta que es la base de cualquier persona, incluso la clave de la felicidad. La clave de la felicidad porque, parándome a pensar, he descubierto que si tienes una buena alimentación y un deporte saludable, tienes más posibilidades de estar bien psicológicamente, por lo que puedes afrontar cada cosa y cada día con más fuerza y ganas, ya sean aspectos más o menos agradables. Si afrontas cualquier situación de la mejor manera tendrás más posibilidades de acertar y tomar mejores decisiones, te sentirás a gusto contigo mismo y no tendrán unas cuantas preocupaciones menos que la salud trae consigo.

Ahora por buena alimentación entiendo, y comparto, que es aquella que sea equilibrada, aportando todo tipo de nutrientes a tu cuerpo, con la que te sientas más a gusto según tu tipo de vida, la que te mantenga fuerte y la que te mantenga feliz. Al igual que en todos los aspectos, el abuso es perjudicial, por lo que al igual que abusar de la falta de comida es malo, abusar de un exceso de comida también lo es, por ello el equilibrio es la manera perfecta de mantenerte bien, dándote tus caprichos y cuidándote a la misma vez. Manteniendo tus cinco o seis comidas al día el cuerpo responde perfectamente, ya que su misma biología le impide almacenar lo perjudicial en el cuerpo e incluso lo usa para beneficio propio con el que nos ayuda a mantenernos fuertes.

Repito tantas veces la palabra fuerte,  ya que la alimentación para mí ha pasado a ser algo que nos da fuerza y vida, como es lógico e indiscutible. Por lo que puedo decir de nuevo a mi yo de ayer, después de más de dos años, que aquella amenaza que para mí era alimentarse, ha vuelto a ser algo primordial que hay que cuidar, pero esta vez no para mantener un cuerpo delgado, sino para vivir simplemente, y vivir con salud.

El deporte ha tenido el mismo proceso de trasformación y vuelve a ser algo emocionante para mí. La necesidad de hacer deporte ahora está en la salud y no en el físico. Está claro que también tiene un condicionante estético inevitable, pero pienso que eso no es malo si no se lleva a extremos. He terminado de entender, y además hace muy poco, que solo es salud de lo que se trata principalmente, y al igual que la alimentación, de la fuerza, la vitalidad y los beneficios que te crea hacer deporte.

El deseo de un buen físico no ha desaparecido, si dijera eso mentiría, pero si puedo decirle muchas cosas positivas a mi yo de ayer en cuanto a la manera de conseguirlo y a la importancia que ahora le doy. A diferencia de antes, ya no es obsesión, es deseo por tener un buen físico tanto por salud como por estética. Está claro que querer estar aguapa y atractiva físicamente es algo que quiero, pero que no necesito. Mi vida ahora no se basa en eso.

También sé que la manera de conseguirlo es la que ahora he tomado, algo equilibrado que me mantenga feliz y que se consiga de manera progresiva, sin pretender que mi cuerpo cambie de una semana a otra haciendo cosas perjudiciales para mi salud. Con ello no quiero decir que no esté contenta con mi físico, sino que todo se puede mejorar, y para mi ahora la mejora está en un punto muy diferente al que estaba antes. Está en el punto que yo me sienta totalmente a gusto, sin embargo eso no se consigue solamente con un físico bonito, si no con una mente sana.

Podría decir miles de cosas más sobre el cambio, pero creo que como síntesis se ve reflejada la trasformación y el cambio de mis deseos de ahora y de antes, tanto en la manera de expresarlo como en mis prioridades ahora. Y digo ahora porque es ahora cuando me siento feliz, tenga un «cuerpo 10» o no, sin embargo mi estado mental está rozando esa cima, la cual hacía mucho que no alcanzaba.

 

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